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Odisea X: Circe

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Einar Goyo Ponte Los viajes de la Odisea están dispuestos sobre una inquietante oscilación, no obstante, diáfanamente simbólica: la de la vida y la muerte, la de la pulsión del regreso, seguida, acosada, inoculada por la pulsión de detenerse, de no continuar, la pulsión del cese.   En la primera, el norte es Itaca, pero la experiencia posible también es importante, pues representa la fruición extrema de la vida, como se pone de manifiesto en el episodio de las sirenas. En la segunda, la seducción de cada estación del viaje recuerda el cansancio y la incertidumbre de regresar, y la tentación de cancelar la empresa, para descansar definitivamente, como aparece al borde de la aventura con los lotófagos. Hay otros detalles vastamente simbólicos en esta Odisea . Uno de ellos particularmente inquietante. Ocurre al menos dos veces en el relato del marino: cuando Eolo regala a Odiseo el odre de los vientos para que pueda llegar directamente a su casa, sus compañeros creen que su capit

Odisea IX: El hombre sin nombre

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Einar Goyo Ponte Ya se ha hablado de la digresión en el relato de la Odisea , de la inclusión del propio protagonista en la narración, con las alteraciones temporales y de puntos de vista relatorios. Es aquí donde vienen a coexistir los diversos mitos y leyendas que nutren las aventuras de Odiseo. Pero nos interesa recordar un detalle que nos parece importante y que otros estudiosos ya han señalado.             Entre los Cantos IX y XII, escuchamos a Odiseo, el mismo artífice del Caballo de Troya, el mismo que ganó con trucos las armas de Aquiles a Ayax, el mismo que con estratagemas obligó a Aquiles a participar en la guerra, el mismo que convenció a la mayoría de los aqueos a obligar a Agamenón a cruzar los mares para asediar a Troya (según cuenta Eurípides en Ifigenia en Aulide ), el mismo que contará enseguida cómo venció a Polifemo, engañándolo y haciéndose llamar “nadie”, ahora convirtiéndose en el narrador que, desde la primera persona, nos cuenta las historias de los cí

Odisea VII-VIII: Esqueria

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Einar Goyo Ponte Odiseo ha vivido siete años al filo de la inmortalidad. Para regresar al mundo del tiempo y el devenir debe despojarse de los vestigios del paraje inhumano del que viene. Llega como sobreviviente a Esqueria, pero cuando miramos, junto con el héroe itacense, el paisaje a donde ha arribado, no podemos aún admitir que Odiseo ha llegado a nuestro mundo, a la dimensión que compartiríamos con él. ¿A dónde ha llegado Odiseo ? ¿Qué es Esqueria? Es una tierra de semidioses, cuya relación con los olímpicos difiere sustancialmente de aquella que los mortales mantienen. En el momento en que llega Odiseo no, pero hubo un tiempo en que podían verlos directamente. Otro elemento inquietante es que se ven a sí mismos como hijos y devotos de Poseidón, el dios que castiga al marino e impide su retorno por una ofensa vieja, que pronto se nos revelará, no obstante. Los feacios viven en una isla “alejados del mundo afanoso”, nadie pasa ni atraca por sus puertos. Es una isla ocul

Odisea VI: Sueños de una adolescente

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Einar Goyo Ponte El evidentemente nuevo narrador que es el “Segundo Homero”, tan diverso del enfocado de la Ilíada , inicia el relato -salvo el primer verso- de esta nueva rapsodia sexta,   con un personaje completamente desconocido. Para nosotros, lectores modernos, se trata de un procedimiento, una elipsis habitual en el arte novelístico, pero   hace casi 300o años era una audacia mayúscula. Abandonar a su héroe en las playas de una tierra desconocida y concentrarse en una nueva figura era verdaderamente riesgoso. Incluso para quien siglos más tarde recopila, redacta y estructura lo es, pues los antecedentes son escasísimos. Así comienza Odisea , VI, con la atención puesta en un personaje desconocido pero crucial. En forma de sueño estimulador, Atenea se adentra en la noche de una adolescente, la princesa Nausícaa, hija de Alcínoo y Arete, reyes de Esqueria, la tierra a donde ha llegado Odiseo. Fíjense la elipsis dentro de la elipsis: no son los reyes, los poderosos, los que

Odisea V: La inmortalidad dura siete años

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Einar Goyo Ponte Hay un detalle que se destaca por encima de los demás en esta proximidad que nos vincula a La Odisea . Se trata fundamentalmente de la aventura de un individuo. En La Ilíada podemos escoger el carácter de heroísmo con el que nos identificamos, podemos simpatizar con cualquiera de los héroes del relato. Embriagarnos del ímpetu de Aquiles o emocionarnos con los debates sentimentales de Héctor, excitarnos con la juventud de Patroclo o soñar con las osadías de Diomedes. Pero en La Odisea todo está diseñado para que nos conectemos con Odiseo, prácticamente de inmediato. Su aventura no está disputada por otro héroe. Todos los demás personajes son adversarios, antagonistas o aliados, mas ninguno le hace sombra. Yace allí buena parte de esa modernidad ya señalada de este segundo poema homérico. Mientras La Ilíada se nos presenta como un gran fresco del valor y la gloria, con héroes insignes de uno y otro bando, con la estirpe de los dioses dividida entre troyanos y