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Mostrando entradas de mayo, 2019

Ilíada XVIII-XIX: Aquiles y la luz

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Einar Goyo Ponte Lo personal alcanza cima en el Canto XVIII de la Ilíada . Antes de que Antíloco llegue con la mala noticia, ya Aquiles lo presiente. En el plan, el juego de sustitución, ya era tiempo suficiente para que Patroclo regresase. Además los resultados no son los esperados. Los aqueos siguen retrocediendo. Homero gusta de los extremos, y Aquiles es un carácter pleno de ellos: de la cólera terrible que lo hizo apartarse de la guerra, de su inflexible genio ofendido, pasamos ahora a la negra nube de pesar, a la ceniza que él mismo arroja sobre su cabeza y rostro, al arrastrarse por el piso y arrancarse los cabellos, al horrendo gemido.   Parece exagerado, mujeril, violento, pero así es Aquiles. Lo que tiene no puede contenerse: ni la furia ni el dolor, sólo los dioses pueden asirlo y retardarlo. Y es que Homero tiene una intención, hacer del Eácida la medida de lo heroico. Su grito es tan poderoso que conmueve los mares, allí donde habitan su madre y las nereidas. Y s

Ilíada XVII: El cadáver de Patroclo

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Einar Goyo Ponte La Ilíada no vuelve a ser la misma tras la muerte de Patroclo. La narración, los héroes mismos, el entorno, hasta los dioses acusan el golpe de esa suerte de víctima cósmica que la guerra se ha cobrado. Menelao, suerte de héroe prorrogado que no puede ni rescatar a su esposa ni cobrarse venganza, cuya herida temprana lo mantiene a la sombra de su hermano Agamenón, y que no he hecho más que defender en esta retirada lenta que sufren los aqueos, es dispuesto por la historia para tener su Aristeia , a propósito de Patroclo. Es él quien acude el primero a tratar de rescatar el cadáver del joven, y todo este canto va a narrarnos el arduo intento. Un símil cuya referencia es la maternidad vacuna narra la activación del Atrida y precede a la primera víctima del rescate: Euforbo cae lanceado por Menelao como un árbol derribado como un huracán. Pero Febo Apolo, el cómplice divino de la muerte del héroe, convoca a Héctor y su proximidad hace vacilar al Atrida.   Sin aba