Ilíada XVIII-XIX: Aquiles y la luz

Einar Goyo Ponte Lo personal alcanza cima en el Canto XVIII de la Ilíada . Antes de que Antíloco llegue con la mala noticia, ya Aquiles lo presiente. En el plan, el juego de sustitución, ya era tiempo suficiente para que Patroclo regresase. Además los resultados no son los esperados. Los aqueos siguen retrocediendo. Homero gusta de los extremos, y Aquiles es un carácter pleno de ellos: de la cólera terrible que lo hizo apartarse de la guerra, de su inflexible genio ofendido, pasamos ahora a la negra nube de pesar, a la ceniza que él mismo arroja sobre su cabeza y rostro, al arrastrarse por el piso y arrancarse los cabellos, al horrendo gemido. Parece exagerado, mujeril, violento, pero así es Aquiles. Lo que tiene no puede contenerse: ni la furia ni el dolor, sólo los dioses pueden asirlo y retardarlo. Y es que Homero tiene una intención, hacer del Eácida la medida de lo heroico. Su grito es tan poderoso que conmueve los mares, allí donde habitan su madre y las nereidas....